miércoles, 24 de marzo de 2010

MAESTRO SAINT GERMAIN: EL CAMINO DE RETORNO No. 4

4.    EL CAMINO DE RETORNO AL ORIGEN DEL UNIVERSO.

El impacto de las primeras experiencias del ser humano.

Decíamos, que los seres humanos forman los distintos aspectos de su personalidad a través de cadenas asociativas de experiencias que  va acumulando a lo largo de la vida; necesariamente, esas cadenas de la vida tienen que empezar en alguna experiencia de la infancia. Comentamos que la primera gran partición, en cuanto a las experiencias que el niño tiene, es a través del placer y del dolor, las primeras asociaciones las hace partiendo de esa primera clasificación, y a partir de ahí , la mente del niño irá refinando las clasificaciones hasta ir formando todo un gran árbol, en donde las experiencias van siendo acomodadas con aquellas otras a las cuales son más afines. Cada una de las ramas del árbol representará un aspecto de la personalidad, en el cual el ser humano ya maduro, puede desenvolverse con un cierto grado de integridad psicológica.
Pero esas primeras anclas o experiencias, a las cuales fueron asociadas el resto de lo que el niño va experimentando, son proveídas en principio por los instintos heredados de su naturaleza, pero en segunda instancia, por otros heredados del inconsciente colectivo. Los valores morales y aquellos otros que a niveles intuitivos le permiten comprender al niño lo que está correcto o incorrecto, lo que va de acuerdo a su naturaleza o lo que va en contra de ella, todos ellos pertenecen al patrimonio que como raza humana se ha venido construyendo desde el principio de la existencia.



La memoria orgánica y la memoria mental.

Ahora bien, el inconsciente colectivo tuvo también su génesis, y esta génesis data de los primeros momentos en que el ser humano se manifestó como tal en la tierra, en esos primeros años en que la conciencia humana iba formándose, y donde las cadenas asociativas no podían ser construidas, principalmente debido a que las experiencias eran acumuladas únicamente en una memoria física, en una memoria orgánica y no en una memoria mental.
Para distinguir entre estas dos memorias, basta comprender que la memoria orgánica se manifiesta a través de sus mecanismos de defensa, los estímulos producen respuestas en el aparato sensorio del hombre, y estas respuestas son el resultado de la memoria orgánica del cuerpo físico, mientras que la memoria mental se va formando mediante otro tipo de mecanismos, aquellos derivados de los razonamientos, de las conclusiones, son el resultado de un trabajo mental, de un trabajo de ideas, de un trabajo de asociaciones en las que implícitamente va construyéndose una estructura moral.

 Las primeras anclas y el destino del hombre.

Estas primeras vibraciones mentales, fueron plasmándose en la atmósfera psíquica del planeta. En aquellos años todo esto estaba virgen, la substancia psíquica estaba simplemente ahí, lista para ser moldeada, lista para ser trabajada; los seres humanos en esos primeros días empezaron a darle forma, y poco a poco construyeron lo que hoy conocemos como el inconsciente colectivo.
Ahora bien, dentro del trabajo oculto de los inciados de la humanidad, un aspecto importante es poder recorrer el camino del retorno, el camino de regreso al Padre. El interés al encontrar esas primeras anclas de las cuales partieron las asociaciones que el ser humano construye a lo largo de su vida, reside en que las primeras anclas fueron proveídas en los seres humanos recién encarnados. Esos primeros puntos de partida debajo de los cuales fueron colgados todos los conceptos y experiencias que el ser humano iba acumulando en sus primeras experiencias, constituyen las leyes bajo las cuales el hombre fue creado, y por supuesto, encierran el secreto de la misión del hombre en la tierra; de hecho, conforman el plan de evolución del hombre, no únicamente a nivel biológico sino incluso a nivel psíquico, y espiritual.

¿Cómo llegar al punto de partida?

Pero el inconsciente colectivo es la substancia que rodea la mente del hombre, es como estar en medio de una gran ciudad abarrotada de señales, conduciendo a lugares muy diversos en donde nosotros tratamos de encontrar el camino de regreso, nos vemos entonces sumergidos en laberintos, laberintos de teorías, filosofías, corrientes, conceptos, que conducen a lugares interesantes sin duda, pero tal vez, no a la fuente primera a donde queremos llegar.
En su búsqueda, el hombre encuentra un sinfín de métodos, de libros, de autores, expresando sus experiencias personales y agregando más confusión a la ya existente. No es, entonces, abriendo los ojos y buscando lo que otros han encontrado en el mundo externo, como podrá llegarse al punto de partida, sino más bien, buscando el camino secreto encerrado en uno mismo, buscando encontrar los pilares bajo los cuáles fue construido nuestro particular mundo subjetivo.
Cada hombre construye su propia interpretación del mundo real; uno es el mundo de los hechos, el objetivo, el real; y otro muy diferente, el mundo percibido por el ser humano, un mundo de interpretaciones, un mundo coloreado por los filtros mentales fabricados por cada uno de los seres humanos. En ese mundo subjetivo es donde reside el secreto del hombre en la tierra. Pretender buscar afuera las claves divinas, es abrir los ojos al laberinto y perdernos en interpretaciones y visiones de otros tantos viajantes perdidos.
El camino del retorno entonces debe recorrerse internamente, buscando las raíces de nuestra propia personalidad, encontrando las herencias del inconsciente colectivo en nosotros, partiendo aún más allá y buscando en la noche de los tiempos, cómo es que ese inconsciente colectivo fue construido, para así, llegar finalmente a las claves que heredamos como parte de una conciencia divina, características inequívocas de cómo fue construido todo el universo.

MENSAJES DEL MAESTRO SAINT GERMAIN   
“COMUNICACION  COSMICA”


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