miércoles, 24 de marzo de 2010

MAESTRO SAINT GERMAIN: EL CAMINO DE RETORNO No. 3

3.   EL INCONSCIENTE COLECTIVO Y LA FORMACIÓN DE LAS ÁREAS DE PERSONALIDAD.

El ser humano, a su ingreso en el planeta, sufrió una serie de transformaciones que dieron lugar a la conciencia humana. Hemos de entender que la conciencia divina mantiene diferentes atributos y que la conciencia humana surge de la interacción entre la conciencia divina y las experiencias del mundo físico. En el principio del establecimiento de la raza humana, la conciencia divina estaba totalmente adormecida y permanecía en estado de latencia, sus estímulos trabajaban exclusivamente a través del rudimentario aparato físico en el que había encarnado.

Efectos de la energía en los primeros organismos humanos.

Recordemos que estos cuerpos físicos provenían de la especie más adelantada que existía por ese entonces. Al contacto con la energía espiritual, las transformaciones anatómicas no se hicieron esperar; todo esto fue debido a que las energías provenientes de la semilla humana, interaccionaron con los flujos energéticos que circulaban dentro de este organismo rudimentario. Al activarse los chakras que igualmente permanecían principalmente en estado de latencia, se provocó una respuesta a nivel glandular, incluso tuvieron que aparecer modificaciones en las glándulas de esos primeros organismos físicos. Todo esto, como parte del esfuerzo que para construir un cuerpo adecuado  para la nueva manifestación que tenía que darse. Una vez activado el sistema glandular, los cambios en la anatomía de los organismos se hicieron presentes.



Diferencias entre la conciencia divina y la conciencia humana.

La conciencia divina no trabaja de una manera similar a la humana, la conciencia divina no puede equivocarse, no trabaja en base a razonamientos, no hace deducciones, no acumula experiencias en base a asociaciones como lo hace la conciencia humana. La conciencia divina es luz pura, diáfana, trabaja exclusivamente cumpliendo los principios de las leyes divinas, no mantiene una conciencia del yo separada, no tiene un libre albedrío en el sentido en que se entiende en la tierra. La conciencia divina no está separada de Dios y, por lo mismo, es correcto afirmar que la conciencia divina es Dios mismo trabajando en la materia. Una parte de esa  conciencia, fue puesta en cada uno de los organismos primarios, las experiencias físicas que cada uno de esos primeros individuos empezaron a acumular dieron lugar a las conciencias humanas desintegradas, separadas y con el germen del libre albedrío que  posteriormente caracterizaría a las conciencias humanas.
Así pues, en el origen, los seres humanos, aunque primitivos, mantenían una unidad de conciencia; su cuerpo de manifestación no les permitía tal vez mucha libertad, pero en principio se comportaban tal como lo hacen ahora muchos de los organismos del reino animal, siguiendo únicamente lo que se ha dado en llamar instinto, pero que no es otra cosa que la respuesta conductual a los estímulos divinos que han heredado de su propia raza.

Formación de las áreas de personalidad.

Las experiencias que el hombre fue acumulando carecían de un orden, no había ningún patrón bajo el cual pudieran asociarse, y por lo mismo, se tardó mucho tiempo en que la mente humana pudiera formarse. Sin embargo, aquí es donde radica la importancia de la conciencia divina tal como fue explicado anteriormente; las áreas de la personalidad se forman en base a cadenas de experiencia unidas unas a otras, en base a la similitud de emociones que experimenta el ser humano, de esta manera, cada individuo mantiene diferentes áreas de personalidad, las cuales en su totalidad constituyen su personalidad tal como lo percibe el hombre.

Primeras cadenas asociativas.

Pero ¿dónde fueron iniciadas esas cadenas?: en la experiencia. Si tomáramos a una persona de este tiempo, entenderíamos que esas áreas de personalidad tienen puntos iniciales comunes, esas experiencias que son iniciales y que sirven de ancla para que posteriormente la misma mente humana empiece a asociar experiencias a cada una de ellas, esas experiencias que llegan, están siendo fijadas en base a ciertos factores que el ser humano ha heredado de sus antepasados.
Tal vez la primera gran clasificación que el ser humano hace, es el dolor y el placer. La primer ancla es el dolor, y busca huir de todo aquello que le cause dolor, estamos hablando en las primeras etapas de la infancia; la otra ancla es el placer, todas aquellas experiencias que le transmiten placer al niño, serán asociadas a esta primera experiencia. De ahí en adelante la mente infantil irá haciendo subdivisiones, hasta ir formando las diferentes áreas de personalidad que hacen distintos a cada individuo.

El inconsciente colectivo y la formación de anclas.

Pero ¿de dónde fue que surgieron esas primeras anclas?, ¿cómo fue que llegaron a la mente del niño?, el misterio se encierra en el inconsciente colectivo, esa entidad energética que la raza humana ha venido construyendo desde el principio de su existencia, el inconsciente colectivo provee las anclas en las mentes de los individuos, que servirán como base para la creación de las diferentes áreas de personalidad de cada uno de los seres humanos.
Ahora bien, si buscáramos las causas de las causas, las anclas de las anclas, llegaríamos hasta aquellos primeros días en que la conciencia humana se estaba formando en los primeros hombres, y esas causas primeras residen en las conciencias divinas que fueron sembradas en los primeros hombres.
Las conciencias divinas proveyeron las primeras anclas que sirvieron de fundamento para que las mentes de los hombres empezaran a formarse y asociaran las experiencias a esos primeros preceptos enteramente divinos, y ¿cuáles eran esos preceptos?, ¿cuáles eran las causas de las causas?, no es fácil imaginar, que la mente divina siendo tan distinta a su hija, la conciencia humana, pudiera encerrar el secreto de la existencia del hombre en la tierra. La conciencia divina manifestó las leyes con que fueron creados todos los seres humanos, que como ya hemos dicho, son las mismas leyes bajo las cuales fueron creadas las estrellas y las galaxias.
Esas anclas primigenias son precisamente las leyes divinas, que quedaron encerradas en la conciencia humana detrás de todo el cúmulo de experiencias que como especie han venido acumulándose generación tras generación. Todo niño que nace en estos momentos, nace con las anclas que la raza humana le ha heredado; el inconsciente colectivo le provee los primeros puntos de partida que le permitirán madurar su conciencia humana y encuadrarla de acuerdo a esos patrones aportados por las generaciones que le han precedido.

El camino de retorno nos conduce al origen de la vida.

Pero detrás de todo eso, detrás de la historia de la humanidad, detrás de la evolución misma de la raza, se encuentran los misterios que dieron origen a la vida, y no únicamente a la vida del hombre, sino a la creación del universo. Por eso, es importante entender que el camino del retorno es un camino que conduce al origen del río de la vida, al origen de la aparición del hombre en la tierra.
Dejaré aquí estos conceptos para que sean meditados por ustedes, y nuevamente les sugiero que estudien cuidadosamente lo que ya antes ha sido dicho acerca de las áreas de personalidad y de cómo la conciencia humana fue formándose en el devenir de la historia.


MENSAJES DEL MAESTRO SAINT GERMAIN   
“COMUNICACION  COSMICA”









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